Gente que viene y bah by Laura Norton

Gente que viene y bah by Laura Norton

autor:Laura Norton [Norton, Laura]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Humor
editor: ePubLibre
publicado: 2015-01-01T05:00:00+00:00


LA CASA DE LOS ANDRADA

Pasé dos noches con pesadillas horribles. De estas recurrentes donde te quedas atascada en una acción y la repites y la repites hasta la saciedad. En una de ellas estaba en una casa enorme en el Upper East Side de Nueva York, haciendo fotos a todo el piso, a la colección de arte abstracto que tenían los dueños, y también a su familia. No sé por qué. Y el patriarca, un señor canoso de unos cincuenta años y con aspecto de ser miembro de los Kennedy, no estaba conforme con las fotos que hacía ni con los cuadros que había colgado, porque yo ya no era solo la fotógrafa, también era la decoradora y pasaba horas cambiando los cuadros de sitio, y luego haciéndole fotos a la familia delante de esos cuadros y ninguna estaba bien, todas eran horribles, y la familia cada vez se iba impacientando más, y yo cada vez me sentía peor fotógrafa, peor persona… ¿Qué hacía allí? ¿Qué hacía en Nueva York? ¿Por qué no me dejaban marcharme? A esas pesadillas siguieron otras igual de tortuosas y absurdas. Yo, que soy de buen dormir, empecé a temerle a las noches. A mi hermana Débora le pasaba tres cuartos de lo mismo, y más de una madrugada coincidíamos en la cocina para hacernos una tila o revolver entre el botiquín buscando alguna Dormidina o algún relajante muscular que nos dejara groguis.

—¿Y papá aún no se ha enterado de por qué duermes aquí?

—No pregunta. Sabe que pasa algo, que tengo algún problema con Juan, pero no pregunta.

—Lo vi el otro día, a tu marido, corriendo con su grupo.

—¿Cómo estaba?

—Mojado. Llovía.

—¿Te preguntó por mí?

—No le di la oportunidad de hacerlo.

—Irene me está buscando un buen abogado para que lleve el divorcio.

—Qué pena me da todo, Débora.

—Es lo que hay. Toca apechugar.

—Menudas dos. Estamos buenas.

—No compares. Lo tuyo es una gilipollez al lado de lo mío.

Me callé, no quería discutir, ni entrar en una competición a ver quién sufría la desgracia mayor. Sobre todo porque iba a ganar ella, claro. Pero eso no significaba que no me torturara lo mío. Mi silencio no le bastó porque necesitó explicarse.

—Tú te has quedado sin boda, vale. Pero yo voy a tener que emigrar. Voy a tener que empezar otra vida en otra parte con mi hijo, y voy a tener que inventarme una historia que poder contarle cuando crezca. No sé si optar por la de que un enano cabrón me drogó y me violó, o de que fue fruto del amor por una relación imposible con un gurú espiritual pequeñito.

—Es un niño, si fuera niña a lo mejor el día de mañana quería detalles, pero siendo chico con que le compres un abono para su equipo de fútbol…

—No frivolices con mi tragedia.

—Si eres tú la primera en inventarte tonterías. Que si un gurú, que si un violador…

—No le voy a contar que es hijo de un stripper enano.

—A lo mejor es más cosas en la vida que stripper, ¿no?

—No me voy a poner a averiguarlo, como comprenderás.



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